lunes, 20 de septiembre de 2010

Detras del último... no va nadie.

Esa es la frase que normalmente pienso cuándo salimos los zorros, pero ayer no fué del todo así. Luego cuento más.

Quedamos, a las 7:30, en la Taronja, para tomarnos el cafecito y salir. Esta vez nos faltó el Capi, que tenía cosas que hacer. En su lugar se nos apuntó, aunque sólo un ratito Eroski Vicente.

Salimos hacia Sant Climent para luego ir hacia la ermita de Sant Antoni, pero antes de llegar había aún mucho por recorrer. En Sant Climent cogimos un caminito que sale a la derecha una vez cruzas la pasarela de la riera. Empieza relativamente tranquilo para ponerse duro y serio al poco rato, ya que esas rampas te llevan hacia Sant Ramon. Después de un rato de rampas y piedras, llegas a una bifurcación, nosotros hacia abajo a buscar el Estret de Roques. Una vez allí hacia el Coll de Querol, pero Eroski nos tenía preparada una sorpresita. Nos hace coger una pista que sale a la derecha y que lleva hasta la Masía Santa Barbara, es decir, habíamos bajado, prácticamente, todo lo que habíamos subido y eso sólo significaba una cosa... vuelta a subir. Subida recta, es decir, con rampas considerables. Un poco antes de llegar a la Creu de Querol, justo en la bifurcación que lleva al Coll de Can Cartró y que teníamos que coger, nos encontramos con Eugenio y compañía. Saludos, la típica pregunta de ¿dónde vais? y cada uno sigue su camino.
Después de algun km. llegamos a la subida final a Sant Antoni. Este era uno de mis temas pendientes, así que, a por ella. Se puede decir que casi lo conseguí, tuve que poner pie a tierra en
un par de ocasiones pero no por falta de fuerza sino por problemas con la tracción y el equilibrio.


La ermita a contraluz




Bajada hasta la pista por la trialera que sale al lado del depósito y seguimos bajando hasta la carretera. Aquí Eroski se nos va y seguimos el Patas, el Fox y yo hacia Torrelles sin tener aún muy claro como ibamos a seguir. El Fox se pone a tirar como un descosido, ya lo pagarás pensaba yo para darme ánimos, pero esta vez fué real.


El Fox, antes de la pájara.

Decidimos subir hasta Begues por la pista y en la subida el Patas se va rápidamente y sin problemas y, normalmente, el Fox se hubiera ido con él y yo me hubiera quedado pensando en la frase que titula el blog, pero esta vez no. El Fox se queda y yo le sigo la rueda sin problemas. Una vez casi arriba, antes de la trialera alternativa a la pista, reconoce que va petado, que tiene "puñales clavados en las piernas". Pillamos trialera y esta vez soy yo el que me voy con el Patas y el que se queda es el. Una vez en Begues se recrimino que me haya quitado el sitio... el último lugar siempre es mío, jejeje. Nos anuncia que ya no puede más y que se vuelve para casa. Yo, que tenía un poco de prisa, me vuelvo con él, mientras el Patas se queda un rato más, seguramente, buscando algún camino con mucha piedra por dónde tirarse y pensando en la Selenika de la próxima semana.

El Patas, meditando en su Selenika.


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